El Hombre es un Microcosmos hecho a imagen y semejanza del Macrocosmos. A ésto se refiere La Biblia cuando dice: Creó al Hombre a Su Imagen y Semejanza.
El Árbol de la Vida de la Kabbalah es igualmente aplicable a la creación del Universo como a la del Hombre.
La Creación es como un holograma: cada parte del holograma contiene el holograma completo. Somos parte del Holograma del Universo, pero al mismo tiempo, lo contenemos por completo, SOMOS EL UNIVERSO.
¿Pueden ver la similitud entre un sistema planetario y un átomo?. Todo se organiza en el mismo patrón infinitamente hacia arriba y hacia abajo, hacia mayor y hacia menor. La forma de las galaxias es la misma que la del crecimiento del cabello en nuestras cabezas o en nuestras huellas dactilares; siempre como un remolino, como un espiral. Así tambien es la forma o patrón de nuestro código genético o ADN.
El sistema energético del Hombre es muy complejo, un universo en sí mismo. Pero nuestra mente no necesita conocer todos lo detalles para que seamos capaces de sanar el patrón energético de una persona, lugar o situación. La cura será operada por la misma energía que creó el patrón original y sabe perfectamente cómo reorganizarlo para que vuelva a funcionar en Armonía.
Nuestro papel en la cura o iluminación energética no es mental, sino más bien intuitivo. Nos abrimos al Espíritu para que pueda realizar la limpieza y reestrucuturación necesaria. Somos Su vehículo.
El Espíritu Supremo precisa de nuestros vehículos para realizar una cura por causa de La Ley de Libre Albedrío. Como es nuestro derecho la elección y creación tanto de Armonía como de desarmonía, el Espíritu no puede intervenir sino mediante nuestro expreso pedido de que se haga cargo de una armonización. Sólo entonces Él puede actuar sin romper La Ley. Así, seguimos siendo libres de pedir ayuda o no.
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